
Una fortaleza de los Mac Sweeneys
Construido a principios del siglo XV, el castillo de Doe se convirtió en la fortaleza del clan Mac Sweeney, que llegó de Escocia como guerreros gallowglass, mercenarios de élite al servicio de los caciques irlandeses. Desde aquí gobernaron gran parte del noroeste de Donegal, y la posición del castillo era ideal para controlar las rutas marítimas y el comercio interior.
Rodeado de agua por tres lados y protegido por gruesos muros, Doe se construyó para durar. Y duró, a pesar de las rivalidades entre clanes, los asedios y los cambios de lealtades durante los turbulentos siglos de la historia irlandesa.
Un castillo de leyenda
Las leyendas locales nunca están lejos de los muros de piedra del castillo de Doe. Uno de los relatos más románticos ligados al lugar es la historia de amor entre Aileen Mac Sweeney, hija del jefe del clan, y Turlough Óg O'Boyle, hijo de un rival. Amores prohibidos, fugas a medianoche y desengaños amorosos giran en torno a la historia del castillo, confiriendo al lugar una belleza inquietante.
El poeta William Allingham, que creció en las cercanías, paseaba a menudo por los alrededores y hacía referencia al castillo en sus escritos, lo que añade un encanto literario a su escarpado atractivo.
Explorar el castillo
Aunque ya no se puede acceder a gran parte del interior, la torre restaurada es una presencia imponente, y a veces se organizan visitas guiadas durante los meses de verano. Aunque la puerta esté cerrada, los terrenos circundantes están abiertos al público, y sólo por el entorno ya merece la pena la visita.
Pasee por la orilla, contemple las vistas panorámicas de la bahía de Sheephaven y disfrute de la tranquilidad que rodea este lugar atemporal. Los fotógrafos encontrarán aquí infinita inspiración, especialmente al amanecer o al atardecer, cuando la silueta del castillo se refleja en las tranquilas aguas.
Consejos prácticos
El castillo de Doe se encuentra a las afueras del pueblo de Creeslough, con una clara señalización desde la carretera principal. Hay un pequeño aparcamiento, y el paseo hasta el castillo es corto y llano. Es una parada ideal si está explorando la Ruta del Atlántico Salvaje o se dirige al Parque Nacional de Glenveagh.
Las instalaciones son limitadas en el sitio, así que traiga sus propios aperitivos o planee una parada en uno de los pueblos cercanos para comer algo y tomar una taza de té caliente.
Si su visita coincide con un domingo de verano, aproveche para asistir a un concierto local: de vez en cuando se toca música tradicional en el recinto del castillo, una forma inolvidable de vivir la cultura y el entorno de una sola vez.